La Zalia y Cabueñes

OPINIÓN CARTAS


La Zalia y Cabueñes


Lucía Castro Jiménez


En Gijón ('Asturias, patria querida') nos roban y masacran nuestro patrimonio. No puedo quitarme de la cabeza la destrucción, desaparición, desolación que hace unos días se ha producido con los hórreos y paneras de la zona de la Zalia de Gijón.

Y se quedan tan tranquilos, pues dicen que van a tomar represalias con expedientes sancionadores o administrativos, pero todos sabemos que dentro de unos dias nadie se va a acordar de esto, pues vendrán otras atrocidades contra nuestro patrimonio y nadie dirá nada. Somos el país del escapismo y todo por arte de magia desaparece, pero a favor de nuestros intereses. ¿A favor de quién? Pues de nuestro equipo de gobierno. Muerto el perro, se acabó la rabia. Ya tienen via libre para hacer a sus anchas el plan de la Zalia.

Lo que hay que hacer es pedir cuentas con luz y taquígrafos, y si alguien tiene que dimitir, que se le exija y dimita, pero, ¿quién dimite hoy en día en España?

Por esa regla de tres que nuestro Ayuntamiento expone, yo me puedo comprar San Julián de los Prados o las termas romanas de Gijón y llevármelas a mi casa. Lo que iba yo a fardar, total... como lo puedo pagar.

No, señores, eso es patrimonio de los asturianos, incluyendo hórreos y paneras. Se deben conservar en sus lugares de origen, que es nuestra historia y la de nuestros hijos y nietos

¿Dónde está Patrimonio, que se subvenciona con nuestros impuestos?




En Cabueñes tambien tenemos una zona que está protegida, con hórreos y paneras que están catalogados, pero, ¿qué les importa a este equipo? ¿Qué problema tienen? Como yo lo puedo comprar, puedo llevármelo a mi casa tranquilamente sin problema.

«El muro y el viario pueden hacer que nos lo cargamos todo como Atila».

Despues, a pedir cuentas al maestro armero.

Como todos sabemos que los ayuntamientos no tienen un duro, todo queda en un problema especulativo. Necesitan financiación pues a cargarse patrimonio y lo que sea. ¿Qué problema tienen? Un expediente y a dormir el sueño de los justos.

Pero el muro de pisos -qué bonito- se va a hacer: ni zona protegida, ni oposición vecinal, ni nada de nada.

Y cuando el mal ya esté hecho, que vengan Dios y todos los santos y que lo arreglen.




Publicado en El Comercio el 17 de febrero de 2009