se pidió a los arquitectos que informaran favorablemente el documento de aprobación inicial sin verlo

Domingo asegura que el equipo redactor conocía desde 2015 muchos de los errores

M. MORO

Javier Domingo Ahijado, el que fuera jefe del servicio técnico de Urbanismo durante los últimos once años, asegura que su coordinación con el equipo redactor del Plan General de Ordenación (PGO) «era del 100%».
Señala que sus responsable siempre estuvieron receptivos y dispuestos a sus convocatorias de reuniones de coordinación y resalta que hasta su destitución se produjeron decenas de ellas.
En los últimos tiempos explica que se reunía al menos dos veces al mes con Mariana Borissova, coordinadora técnica del equipo redactor desde la completa remodelación del personal efectuada por el director de la UTE, Emilio Ariznavarreta, el pasado verano.
Las reuniones tenían lugar en su despacho «desde las 10 hasta las 15 horas sin interrupción», indica Domingo.
El funcionario asegura que las cuestiones que se mencionan en el famoso borrador de informe suyo «habían sido debatidas y transmitidas al equipo redactor para su corrección muchas ya en 2015».

Sobre su baja tras el ataque cardíaco que sufrió el 28 de febrero de 2016, reconoce que provocó, sin él quererlo, «una situación de crisis».

«El PGO iba a llegar (no se había recibido el día que me ingresaron por urgencias) y, al no haberme puesto ningún arquitecto adjunto, no tenían quién pudiera informar el documento con conocimiento de causa», rememora.
«Durante mi baja se pidió, casi exigió, a los arquitectos del servicio técnico de Urbanismo que informaran favorablemente el documento de aprobación inicial (DAI), incluso sin verlo, a lo que, naturalmente se negaron. 
Se les dijo, lo cual era mentira, que yo lo había visto y que estaba todo bien. 
Se les amenazó con trasladarles a otras áreas o bajarles de categoría», afirma el técnico.

Y prosigue: «Se ofreció a varios arquitectos la Jefatura del Servicio (durante mi baja, ojo), si redactaban el susodicho informe. 
Todos se negaron a prevaricar a cambio de un ascenso. 
Finalmente alguien lo terminó haciendo pero pidió mejor recompensa: una dirección general».

Publicado en El Comercio el 12 de marzo de 2017