tener en cuenta los intereses comunes y no solo los del lobby de la construcción

¿Sirve el PGO de Gijón?

Pepín Fernández
Alternativa Verde por Asturies – EQUO
@AVast_Equo

El plan general de ordenación (PGO) es una cosa de la que hablan mucho los políticos y muy poco la gente.

En la prensa salen las siglas PGO y creo que la mayoría pasa a la siguiente página, sin intentar entender lo que está pasando. Salvo que tengas la suerte de tener una finca edificable, con lo cual te preocuparás de que tu finca esté correctamente considerada. Correctamente de acuerdo con tu criterio, legítimo, pero exclusivamente individual.

Además, la complejidad de la elaboración de los PGO que debería ser revisada, y la cantidad de intereses ocultos que hay detrás, hace que haya riadas de noticias difíciles de entender y de digerir. Esto ha pasado en Gijón. Era tanto el cansancio y la falta de conocimiento sobre el tema, que después de una década se ha aprobado un PGO, del que me voy a permitir dudar si alguno de los concejales que votó a favor conoce sus consecuencias.

Para entender qué supone esta aprobación, vamos a fijarnos en la parte política del PGO, aunque probablemente, el proceso de elaboración y su construcción técnica podrían criticarse también.

Cómo se ordena una ciudad es una cuestión política e ideológica. Es muy conocido el caso de los puentes diseñados por Moses en Nueva York que no permitían que pasaran autobuses para que los negros no fueran a la playa. Pero eso es solo un ejemplo de cómo el diseño de una ciudad, que algo sea edificable o no, que se acumule la zona industrial en un sitio o en otro es política, es ideología, no es que esté bien o mal hecho, simplemente responde a una escala de valores de quien lo diseña.

El PGO de Gijón que se acaba de aprobar está hecho desde una visión desarrollista que no puede aceptarse en el año 2019. Con una población en declive, con el cambio climático como el reto más urgente de la humanidad y con la experiencia de la burbuja inmobiliaria de la década pasada, seguir construyendo parece una barbaridad. Solo una ideología productivista que no tenga en cuenta los límites del planeta y que tenga una visión económica ultraliberal puede apostar por esa visión de la ciudad.

Con una visión abierta al futuro, que entienda el turismo como una parte importante del PIB de Gijón y que crea que la ciudad debe ser algo más que un dormitorio, es imprescindible preservar la zona del Rinconín de la especulación urbanística. Política es conseguir que el Rinconín sea una zona de esparcimiento para las generaciones futuras. Una vez que se rompe y se degrada es muy difícil o imposible de recuperar. Un supuesto beneficio inmediato para unos pocos no puede causar un perjuicio para el común y para siempre.

Otro aspecto de la ordenación urbanística es la influencia que tiene en la inclusión social. El diseño de los barrios afecta profundamente a la calidad de vida y a la integración social. Un ejemplo claro de esta situación es el Nuevo Gijón. No debe ser un sitio donde dormir, sino un sitio donde vivir, con los adecuados servicios para la ciudadanía. Para eso, el PGO debe reservar parcelas para los equipamientos del barrio y debe limitar la edificabilidad del mismo. No es lo que este PGO ha hecho.

Para esto debe servir la política. Es lógico que haya concejales que defiendan los intereses de los propietarios de la zona periurbana que quieren edificar más en sus parcelas. Lo que no es lógico es que haya una casi unanimidad de prensa y política cantando las loas de un plan que beneficia a unos pocos, mientras perjudica al común. Tiene que haber grupos municipales que defiendan el patrimonio común y concejales que defiendan los intereses de quienes viven en Tremañes y no tienen parcelas para edificar, que tienen los mismos derechos, ni más ni menos, que quien tiene una parcela edificable en la Providencia.

Esta visión política de cómo queremos la ciudad y su coordinación con el plan de movilidad, estuvo ausente durante la tramitación de este plan de ordenación de Gijón.

Es necesario que en la próxima corporación se forjen acuerdos sobre cómo queremos realmente la ciudad. Acuerdos políticos que tengan en cuenta los intereses comunes y no solo los del lobby de la construcción. Debemos ver cómo ir modificando las partes más lesivas del plan, como lo referido al Rinconín.

Si posteriormente, como es muy posible que pase, una sentencia judicial anula el plan, tendremos mucho trabajo hecho sobre qué queremos y cómo lo queremos. EL PGO de Gijón que se ha aprobado no sirve. Hay que hacer en los próximos cuatro años el trabajo que no se supo hacer en los anteriores. La tarea es importante y es urgente.

Publicado en atlántica XXII el 23 de abril de 2019