Adiós parroquias, adiós

GIJÓN
Adiós parroquias, adiós

JOSÉ MANUEL BALBUENA

MIENTRAS nos estamos centrando en ver si las torres de Poniente son más o menos altas, o si la estética de todo el plan de vías es la adecuada para la ocasión, se está produciendo un movimiento urbanístico que cambiará para siempre buena parte de nuestras parroquias rurales.

Sí, esos entornos maravillosos y cercanos a Gijón que, créanme, no todas las ciudades poseen ni pueden presumir de ello.

La semana pasada [6-3-08] supimos cómo un plan urbanístico afectará definitivamente a una de ellas: Cabueñes.
Éste pretende trazar un vial de cuatro carriles que conectará directamente con un ramal de la autopista a la altura de Deva, así como urbanizar nada menos que 254.000 metros cuadrados de terreno.
En el mismo, se ubicarán viviendas tanto unifamiliares como bloques en altura además de equipamientos tales como, por ejemplo, un hotel u oficinas.
Como comprenderán, la irrupción de todo este conjunto significará el cambio definitivo de las parroquias de Cabueñes y Deva tal y como hoy las conocemos, es decir, como entorno preferentemente rural, para pasar a ser algo tan urbano como, no sé, Viesques o Montevil.


Pero, aparte de esta actuación, también supimos de otra a iniciativa privada que afectará a Granda. Por mor de un proceso similar, la conocida parroquia sufrirá una importante transformación en sus terrenos colindantes con la autovía Minera. Estamos, pues, ante otro plan que mudará un entorno rural que debería conservarse para disfrute de los ciudadanos, convirtiéndolo, simplemente, en un vial con 1.200 viviendas y algún que otro equipamiento comercial adosado. Y aquí, si quieren mi opinión, la cosa tiene todavía más escarnio, puesto que, la cercana parroquia de Vega, fue conservada en el nuevo plan urbano restringiendo su edificabilidad mientras que a Granda, ya ven, le toca digerir todo ese mogollón urbanístico.

La conclusión, a mi modo de ver, no puede ser más clara: las parroquias rurales tal y como hoy las conocemos desaparecerán. No entiendo muy bien este frenesí urbanístico que hace crecer la ciudad en entornos que deberían conservarse como su pulmón natural.

Es más, piensen en una caballera centenaria como la de Granda rodeada de edificios, o en el maravilloso conjunto de la iglesia, fuente y lavadero de Deva junto a bloques de oficinas.
Pregunto, ¿es eso acaso lo que queremos?

Publicado en El Comercio el 13 de marzo de 2008