los cabreados con el modelo territorial del PGOU de 2011 son los que lograron la anulación del plan

El cormorán
A la luz de velas

Javier Morán 

El urbanismo de Gijón sigue iluminado por tenues llamas de velas.
Tras la anulación judicial del Plan General de Ordenación (PGO) de 2011, la «incertidumbre» acaba de ser constatada por la Comisión de Urbanismo y Ordenación del Territorio del Principado de Asturias (CUOTA), a la que el Ayuntamiento le había solicitado informe no vinculante sobre la aprobación de los planes parciales de Cabueñes y El Infanzón, ambos dependientes del PGO anulado.
Es decir, que muerto el padre -el plan-, los hijos -planes parciales- quedan huérfanos.
Así pues, la CUOTA dice que se pueden hacer dos cosas: una, «aprobar planes parciales y otros planes de desarrollo y otorgar licencias»; y dos, «no aprobar planes parciales y otros planes de desarrollo y otorgar licencias».
O sea, las licencias, que vendrían a ser las nietas del PGO, siempre se podrían dar.
Sin embargo, acto seguido, el mismo organismo señala que podría haber recursos que pidieran su anulación, o sea, que alguien reclamase la orfandad de los planes parciales y de las licencias.
De lo primero, dice la CUOTA, hay jurisprudencia abundante de anulaciones, mientras que unas licencias pasan por el filtro judicial y otras no.
Dicho esto, la Comisión -a la que los promotores gijoneses consideran corresponsable de las consecuencias de la anulación- comunica que el Ayuntamiento verá lo que hace y que los planes de Cabueñes y de El Infanzón, en el fondo, están bien.
Pero cuidado con la jurisprudencia, añade.
Así pues, cabe lo uno o lo otro, esto o aquello, lo que se escoja o lo contrario.
Tiren para adelante, y a ver si libran.
Lo dicho, a la luz de velas. Y de pasada la CUOTA dice que el espíritu del PGOU de 2011, su «modelo territorial», no ha sido anulado por los tribunales.
Lo que pasa es que los cabreados con ese modelo territorial son los que lograron la anulación del plan.

Publicado en La Nueva España el 21 de abril de 2013