COLECTIVO DE VEGA EN DEFENSA DEL MEDIO RURAL
Menudo lío!
Y todo por dar a la señora el gusto de tener un pradín donde plantar flores
¿Cómo es posible que pasen esas cosas?
Tener que explicar asuntos tan personales como lo que uno hace para satisfacer un caprichín de la señora!.
Compras una tierrina para que la parienta haga realidad su sueño de plantar flores, las cosas se enredan, la finca era un poco granduca, no habían pensado que cerrarla era un dinero, ni que los animales son unos desconsiderados.
Descartan la floricultura, ni una triste flor llegaron a tener, pero ahí no acabaron los problemas, la fortuna quiso que aquella finquina fuese apropiada para una buena cosecha de euros.
El atribulado marido hizo lo posible por evitar que ese fuese el cultivo intensivo en su propiedad, pero designios superiores hicieron inútiles su esfuerzos: allí se multiplicaban los euros.
Hombre generoso, sin pensar en el dinero, visto que su señora había perdido la ilusión por las flores, devuelve la finca a sus anteriores propietarios para facilitarles los preparativos de este nuevo cultivo. Poco después le recompensan el gesto y en esta ocasión, actuando como un responsable padre de familia, retoma la finca como un negocio.
La pobre señora llorando, consternada con lo que viene soportando su marido por haber sido amable con ella, sin conciencia de la cantidad de dinero que este desdichado episodio le ha proporcionado, ni siquiera reparó en el importe de los cheques que le entregaron… una pena!
Vamos a ver ¿a cuento de qué vienen todas estas intimidades? ¿Habría algún problema en que hubiese comprado la finca porque sí, porque le apeteció comprarla, porque estaba a muy buen precio? Y si la vendió porque le pareció conveniente, y la volvió a comprar porque era un buen negocio, qué?
Con esto del plan urbanístico hemos visto -y no ha tenido mayor importancia- como, de pronto, importantes personajes pensaron en criar caballos, compraron fincas para que pastasen sus futuras yeguadas y el destino les truncó la afición a los caballos antes de tener el primero, dejándoles de consuelo millones de euros de plusvalías.
Ya han explicado que los recalificadores recalifican como debe ser, como el que hace el bien sin mirar a quién; el pequeño problema es que recalifican en base a fórmulas exclusivas de semidioses e imposibles de traducir a criterios comprensibles para los mortales comunes.
Este es el origen de toda esta confusión: como no se entiende el criterio que guía los lápices de colores en su recorrido por los planos urbanísticos del municipio, se piensa que hay lugar para arbitrariedades, componendas y malas prácticas.
Por eso estos 600.000 euros ganados por un ex arquitecto municipal llegan al juzgado y dan lugar a tan lamentable estriptease familiar.
Lágrimas, disgustos, crisis de ansiedad, que no despejan las dudas sobre las prácticas recalificatorias, pero mantendrá ocupado un juzgado y entretenido al personal.
Mientras tanto cientos de millones de euros de dinero público - en el Musel, el Vasco, Juliana,…- circulan por caminos extraños a las leyes sin que nadie del sistema judicial considere necesario mirar su recorrido.
Mientras, las autoridades avanzan en negocios energéticos autorizados ignorando las leyes vigentes, negocios millonarios para unos pocos a costa de la destrucción del medio ambiente, de la salud, la seguridad y la caja común de los ciudadanos.
Pero la Justicia anda por las ramas, las de los cerezos comidos por los caballos que acabaron con la afición a las flores de la señora del arquitecto.
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Publicado en DefensaRural.org, web del Colectivo de Vega en defensa del medio rural, el 7 de agosto de 2009