GIJÓN
Nada que celebrar
NACHO CIUDAD
Parece ser que estamos de suerte. El sobreseimiento provisional del caso 'Ovidio Blanco' ha llenado de alegría las calles de Gijón, y hasta se veía a algunos atrevidos celebrándolo en la fuente de Pelayo como si fuera un nuevo éxito deportivo.
Tal se parece deducir de las eufóricas palabras del concejal de Urbanismo, propias de quien se ha librado de algo que ha ido sufriendo en silencio, como las almorranas, durante dos años.
Y decimos silencio, porque esta faceta del «Yo ya lo dije» contrasta un poco (la mínima diferencia entre el blanco y el negro, vaya) con lo que se comentó cuando se destapó el maloliente asunto.
Por si no lo recuerdan: «reprobable», «lucro escandaloso», «nos ha hecho daño» y otras.
No digo yo que el fallo, en la acepción de la palabra que le quieran dar, judicial, quite un peso de encima al Urbanismo municipal. Otra cosa hubiera supuesto demasiadas explicaciones. Pero de ahí a cantar victoria media un trecho.
¿Qué celebramos? Pues que el juez no encuentra indicios de delito en el hecho de que un ex funcionario deje su puesto y le brote una seta de 600.000 euros en unos terrenos que, por casualidad, eran suyos.
Tan legal como la lotería que gana, una y otra vez, Carlos Fabra. En ambos casos, la sensación es la misma: delito igual no es, o igual no se puede probar, pero es tan turbio como un pagaré firmado por Ruiz-Mateos.
Además, la apestosa impresión de que nos están llamando imbéciles flota en el ambiente.
Lo peor de celebrarlo no es rozar el ridículo. Es que parece que uno se pone del lado de quien ha salido corriendo con 'el gordo'. Y encima, no le va a dejar ni chupar el corcho del champán. Como para celebrar algo, ¿no?
Publicado en El Comercio el 30 de marzo de 2011