poner a los mandos a quien no se debía y pisar el acelerador

El cormorán
"Festina lente"
La mala experiencia de la celeridad a la hora de redactar un Plan General de Ordenación

Javier Morán 

No es mala señal que el equipo de urbanistas que va a redactar el nuevo Plan General de Ordenación (PGO) haya declarado que los plazos de su elaboración y aprobación son incalculables, más que nada, porque dependen de los ritmos de la Administración local y regional. Pero además de ese factor hay otro fundamental consistente en que las prisas ya han sido tristemente célebres y lamentables en el urbanismo gijonés.

La celeridad fue lo que caracterizó la redacción del PGO de 2011, que había de salir cuanto antes a la luz para cubrir el vacío de la anulación del PGO de 2005. Pues nada, con toda solemnidad, los tribunales también anularon el plan de las prisas, aunque no por los mismo motivos que el anterior, sino por la ausencia de cierta documentación durante el período de información pública.

El PGO de 2005 se había caído por autodenominarse "modificación" cuando en realidad era una revisión bien amplia. Además, carecía de evaluación de impacto ambiental.

Visto aquel desastre, el entonces edil de Urbanismo, Pedro Sanjurjo, se invistió de la condición de urbanista -¡qué error, qué inmenso error!- y tuvo listo un nuevo plan para que fuera aprobado poco
antes de las elecciones municipales de 2011, que iban a ser las del ocaso del PSOE. Sanjurjo, cabal e inflexible, es capaz de entrar por una pared, pero al cabo del tiempo el edificio urbanístico gijonés se le vino encima (aunque ya estaba a salvo en la Presidencia de la Junta General del Principado).

Fue una experiencia doble: poner a los mandos a quien no se debía y pisar el acelerador cuando no convenía. En este momento, la situación del urbanismo gijonés no es nada buena, pero, al menos, lo que acaba de manifestar el equipo técnico formado por las empresas Bilbaína de Proyectos y Urbania 2003 -y los arquitectos urbanistas Emilio Ariznavarreta y Mariana Borissova- cae del lado del realismo, es decir, la aplicación del adagio latino "festina lente", esto es, apresúrese despacio.


Publicado en La Nueva España el 12 de marzo de 2014